Claudia Sheinbaum supera a Xóchitl Gálvez en casi todas las encuestas, incluso aquellas que la candidata de la oposición cita para decir que la distancia entre ambas es de apenas un dígito. No hay duda quién lleva ventaja, aunque sí hay datos exagerados.
Lo mejor del negocio de las encuestas es que puedes publicar lo que sea y nadie te podrá desacreditar o desmentir porque, con meses de distancia de la elección, si te equivocas siempre puedes decir que las preferencias cambiaron.
Lo cierto es que las encuestas deberían ser una señal de alarma para Xóchitl Gálvez, porque todo indica que ella está cometiendo el mismo error central de Marcelo Ebrard: creer que con carisma puede revertir una operación de Estado a favor de su rival.
La relación de Claudia Sheinbaum con medios de comunicación y encuestadores se forjó desde hace años, cuando desde la jefatura de Gobierno de la CDMX sus operadores podían negociar todo tipo de beneficios actuales y futuros a cambio del apoyo de esas empresas a la inminente candidata.
Las señales de esos pactos están por todas partes. No hay espacio de difusión que Claudia Sheinbaum no tenga cubierto: bardas, espectaculares, revistas, periódicos, radio, televisión, redes sociales, “influencers”, portales de internet… Alrededor del 70% de las personas en México conocen a Claudia Sheinbaum, en cambio, menos del 50% de la población conoce a Xóchitl Gálvez.
Marcelo Ebrard era más conocido que Sheinbaum hace dos años. Él se durmió en sus laureles y la proporción cambió. ¿Puede Xóchitl Gálvez hacerlo diferente? Tiempo hay, pero no se ve que entienda todavía cuál es la única batalla que sí puede dar.
Cómo puede Xóchitl Gálvez cambiar las encuestas
Xóchitl Gálvez no va a romper las alianzas que Claudia Sheinbaum logró construir desde hace años en la jefatura de Gobierno de la CDMX. Perdería su tiempo si cree que puede hacer algo para revertir su desventaja en medios de comunicación tradicional.
Su única esperanza reside en la comunicación directa que ella misma pueda establecer con la población. Y no hablo de reunirse con simpatizantes en acartonados foros partidistas, ni de irse a dormir a casas ajenas, o de saludar a desconocidos en restaurantes. Eso ha hecho las últimas semanas y el impacto ha sido menor.
Debe hacer lo que Samuel García está haciendo; lo que Omar García Harfuch hizo al menos desde hace más de un año (y que lo mantiene a la cabeza en la CDMX): meter millones de pesos a la distribución de su imagen en plataformas digitales y contratar a estrategas que posicionen ideas en torno a ella más allá de slogans e imágenes de brazos en forma de “x”.
Google, Youtube y Facebook sí son neutrales y tienen más impacto que todos los medios de comunicación juntos. Ahí la competencia sí es pareja (peso por peso) y la ventaja únicamente reside en quién produce los mejores mensajes en los nichos adecuados. Ese es el único espacio donde Xóchitl Gálvez puede, con creatividad, dar la batalla y, si hace las cosas bien, incluso ganar.
Samuel García lleva al menos –lo que se sabe y es público– 20 millones de pesos invertidos solo en Facebook. Y tiene 7% del electorado, según la última encuesta publicada en El Universal, con un partido –MC– que no alcanza ni el 4% de preferencia nacional.
La estrategia de distribución también es clave. Y ahí viene de nuevo el ejemplo de Marcelo Ebrard: alguien le dijo que Tik Tok era lo mejor porque llegaba a jóvenes y tenía un crecimiento explosivo. Gran error. Se trata todavía de un canal de comunicación menor en términos de influencia política, comparado con YouTube. Ebrard se coronó el “rey” de Tik Tok, y así le fue.
¿Saben todo esto en el Frente Amplio? ¿Alguien se lo ha explicado a Xóchitl Gálvez? A la distancia, me parece que no.
Claudia Sheinbaum está haciendo uso de su ventaja. Y se nota. Xóchitl Gálvez no tiene piso parejo en ningún espacio de esta guerra electoral, más que en uno: el marketing digital. Es el espacio más importante. Su única esperanza. Pero no lo está usando.
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