El coahuilense Jesús Fuentes viajó durante años a África subsahariana para mostrar el nopal como una opción de alimentación.
Desde entonces, el científico mexicano Fuentes Rodríguez ha llevado sus conocimientos del nopal hasta países como Zimbaue, Angola, Sudáfrica, Namibia y Argelia. Su capacitación continúa brindando y sigue asistiendo a reuniones para decisiones futuras.
Sus más recientes proyectos han sido en Chile y en países árabes como Argelia. Túnez y Marruecos sobre uso de la especie. Incluso fue invitado a China para diseñar un modelo de aprovechamiento de lirio acuático, ya que esa planta representa un obstáculo en algunos ríos.
Actualmente, es el coordinador de la región de Norte América de la FAO y el Centro Internacional de Investigación Agrícola en Zonas Áridas (ICARDA).
El doctor continúa viviendo en su ciudad natal Saltillo, realiza investigación para aprovechar las plantas de las zonas más áridas del país, e imparte clases en la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro mientras colabora con otras instituciones educativas.
Recientemente acudió a la Ciudad de México para dar una ponencia en la UNAM sobre uso de cactáceas. Mientras que en Estado de Zacatecas enseña a hacer bloques nutricionales para conservar más tiempo la comida.
*El largo viaje a África*
En México, Fuentes Rodríguez vivía en una de las zonas más áridas y con sequía del país. Así que inició una investigación para encontrar opciones de alimentación animal aprovechando residuos de comida, como restos de manzana o de harina. Poco después investigó cómo podía alimentar vacas y cabras con nopal, maguey y mezquite, las plantas que crecen en condiciones más adversas.
Durante una conferencia en Nuevo León, recibió una invitación que le cambió la vida: un representante de la FAO le dijo que en Etiopía y Eritrea tenían grandes expectativas sobre el nopal como recurso alimentario. En el 2000, cuando hizo su primera visita acababa de terminar la guerra entre Etiopía y Eritrea; y, por cuestiones políticas, los habitantes y el gobierno no pusieron atención en esta especie que se diseminó aceleradamente.
En África los nopales, conocidos como Opuntia o Pinkly Pear Weed, eran vistos como una plaga indeseable que ocupa espacios que podrían utilizarse en otros cultivos. A veces, son utilizados como cerca o para mantener fértil el terreno.
Jesús viajó más de 30 horas a bordo de un avión para llegar a Eritrea y pasó por tres continentes en sólo dos días, nunca había hecho un viaje tan largo. Tras cruzar practicamente todo el mundo, finalmente llegó a Asmara, la capital de aquel lejano país africano. “Yo iba con mucha ilusión de que pudiera ser de utilidad lo que yo sabía”, recuerda.
Llegar a África fue enfrentarse a una tierra completamente distinta a su natal Saltillo, si bien estaba acostumbrado a vivir en clima seco, la tierra árida de Eritrea era diferente. Pero la gente fue cálida con él, los productores estuvieron dispuestos a escuchar sus consejos con un traductor como intermediario.
“El recibimiento fue excelente, había mucha apertura de la gente al saber que yo era mexicano y que el nopal es mexicano, muchos no lo sabían”, explica el investigador.
Así que, desde el primer viaje, tras explorar las variantes de cactus comestible, Jesús demostró a los productores que vacas, camellos y cabras podían consumir el cactus mexicano como alternativa para alimentarse diario. “La forma en que el camello mueve el hocico, evita que se lastimen los labios con las espinas”, detalla el especialista.
“Gracias al equipo de expertos, en Eritrea también aprendieron la ingestión de nopalitos, en salmuera y vinagre, todo para incluirlo en la alimentación humana”, menciona el doctor Fuentes.
En sus viajes, Jesús Fuentes Rodríguez notó que alrededor del mundo hay un especial interés hacia el uso alternativo de esta planta mexicana debido a sus múltiples beneficios: Países árabes venden productos de nopal molido como suplementos alimenticios, shampoo, aceite y otros productos, “se utiliza prácticamente para todo”
Por su parte, En cuanto a la experiencia de estar viajando entre ambos continentes por más de diez años, dice sentirse satisfecho porque sus trabajos han trascendido más allá de México y afortunado por la oportunidad de llegar a lugares tan distantes.
“Extrañaba mucho el chile, eso sí, pero en algunos países sí lo comen”, recuerda el doctor Jesús Rodríguez, a quien le encanta viajar a pesar de todo el sacrificio que esto requiere, y no dejará de hacerlo, pues cada tres años continúan las reuniones entre investigadores de todo el mundo y las estancias intermitentes desde hace dieciocho años. “Para mí todo fue fabuloso, no sólo en lo técnico, también en el aspecto cultural y culinario. Fue muy interesante y ahora tengo muchos amigos por allá”, reconoce el investigador con alegría.
“Es una satisfacción muy grande poder llevar el emblema nacional y ver que ellos pueden aprovecharlo y llevar un producto tan mexicano a países tan lejanos”, concluye el investigador.